GUÍA MICHELIN
INIMA: un viaje sensorial al corazón de Burdeos
Te proponemos una escapada gastronómica a Burdeos, una ciudad que cautiva por su arquitectura, su cultura y su vibrante pasión culinaria. En este escenario, el restaurante Inima brilla con luz propia. La chef Oxana Cretu fusiona raíces moldavas, técnica francesa y una creatividad sin límites para ofrecer una experiencia sorprendente, emotiva e inolvidable.

Oxana Cretu, fundadora y chef de Inima, Burdeos
Burdeos, la joya del suroeste de Francia, seduce a primera vista. A poca distancia de la frontera, es un destino ideal para una escapada de fin de semana. Sus calles empedradas y su arquitectura neoclásica le confieren un aire aristocrático, mientras que su vibrante escena cultural la convierte en una de las metrópolis más atractivas del país.

Algunos de los rincones más emblemáticos de Burdeos
Antes de sumergirnos en la experiencia gastronómica, si es tu primera vez en la ciudad y quieres descubrir sus rincones imprescindibles, te invito a explorar este destino en profundidad en este otro artículo, donde te cuento qué ver y cómo disfrutar de Burdeos.
En la cuna de algunos de los vinos más prestigiosos del mundo, la gastronomía ha evolucionado sin perder sus raíces, combinando tradición y vanguardia. Con todo ello, Burdeos no solo se disfruta con la vista; se saborea.
Convertida en un referente culinario, esta metrópoli reúne los grandes clásicos con propuestas audaces que conquistan los paladares más exigentes. Su encanto es innegable: una gran ciudad francesa con una escala manejable, perfecta para pasear, descubrir sus elegantes plazas, detenerse en una vinoteca o entregarse al placer de la alta cocina.
Es un destino en constante evolución, siempre dispuesto a sorprender. En esta ocasión, te presento Inima, donde las raíces moldavas se fusionan con la alta cocina francesa en una experiencia única.
Oxana Cretu: una chef que desafía los límites
Nacida en Moldavia, un país donde la gastronomía refleja influencias de Europa del Este, balcánicas y otomanas, Oxana Cretu no siguió el camino tradicional de los grandes chefs. Su llegada a Francia en 2006 fue casi fortuita: trabajó como au pair y, sin imaginarlo, encontró en la cocina su verdadera vocación. Autodidacta y con una formación inicial en diseño, su aproximación a la gastronomía es tan visual como sensorial.

La chef Oxana Cretu con algunas de sus creaciones
Cada plato es una composición pensada con precisión: colores, texturas y equilibrios que primero sorprenden a la vista y después seducen al paladar. Pero su cocina va más allá de lo estético: es una cocina de recuerdos, de emociones y de instinto, en la que combina ingredientes de su infancia moldava con técnicas de la alta gastronomía francesa.
Antes de fundar Inima, Oxana dirigió Cromagnon, donde ya mostraba su estilo creativo y lograba atraer la atención de la crítica. Con su nuevo proyecto, ha dado un paso más allá, llevando su cocina a un nivel aún más personal, libre y sofisticado.
Una experiencia sensorial: el menú de Inima
Entrar en Inima es comenzar un viaje sin mapa: un menú sorpresa que cambia según la estación y la inspiración de la chef. Esta libertad creativa permite a Oxana ofrecer platos que desafían las expectativas y evolucionan sin ataduras. Su sello distintivo, además de la fusión de sabores, es el uso delicado y preciso de flores comestibles, que aportan matices aromáticos y una estética inconfundible a sus creaciones.
Cada visita es una aventura y cada plato un descubrimiento. En verano puede sorprenderte con un sorbete de tomate y flores de saúco, fresco y aromático, seguido de una exquisita combinación de crema de camarones infusionada con azafrán y pétalos de rosa; en otoño, los sabores se tornan más intensos, con creaciones como una espuma de calabaza con avellanas tostadas y trufa negra.
El mar ocupa un lugar privilegiado en su propuesta. Su versión reinventada de las pommes dauphine, en la que la tradicional patata es acompañada por anguila ahumada y emulsión de yuzu, logra el equilibrio perfecto entre lo clásico y lo contemporáneo.
En cuanto a los postres, cada final de menú es tan inesperado como su inicio. Desde una espuma de queso de cabra con higos confitados hasta una crema de almendras con sorbete de manzana y estragón, cada bocado es una obra de arte en sí misma, donde las flores vuelven a hacer acto de presencia, aportando notas sutiles y perfumadas.

La chef Oxana Cretu y el sommelier Gustavo Castaño, un equipo que armoniza sabores y experiencias
Para completar esta propuesta, Gustavo Castaño, sommelier de Inima, aporta una visión cosmopolita que va más allá de las etiquetas tradicionales. De origen colombiano y formado en Londres tras crecer y formarse en Madrid, trabajó en reconocidos restaurantes antes de establecerse en Burdeos en 2021. Desde hace un año y medio, forma un tándem excepcional con Oxana en el restaurante.
En una ciudad donde los grandes vinos de Burdeos dominan las cartas, Gustavo rompe esquemas con maridajes sorprendentes que incluyen joyas desconocidas de Moldavia y otras regiones emergentes, logrando armonías que elevan cada plato y desafían la percepción clásica del maridaje.
Reconocimientos y premios: la consagración de Inima
Desde su apertura, Inima ha cosechado numerosos reconocimientos. Su propuesta ha sido elogiada por la crítica y ha logrado en 2024 un lugar en la prestigiosa Guía Michelin, donde se destaca su enfoque innovador y su capacidad para emocionar a través de los sabores.
Además, Oxana Cretu ha sido galardonada por su talento y creatividad, recibiendo premios que la consolidan como una de las chefs más prometedoras de la escena gastronómica francesa. Su enfoque sostenible, su respeto por los ingredientes y su valentía para romper esquemas la han convertido en una figura influyente en la cocina contemporánea.
Un Refugio Gastronómico en el “corazón” de Burdeos
Ubicado en la tranquila rue du Palais-Gallien, a pocos pasos del antiguo anfiteatro romano, Inima es un oasis gastronómico alejado del bullicio turístico. Su nombre, que significa "corazón" en moldavo, refleja su esencia: una cocina con alma, hecha con pasión y entrega absoluta. O quizá, hace alusión a esa “corazonada” que guía a su chef, Oxana Cretu, en el diseño meticuloso de cada plato.
El espacio, minimalista y elegante, combina madera natural, tonos neutros y una iluminación cálida que invita a la calma. Aquí, la atención se centra en lo esencial: el placer de la gastronomía. El ambiente es íntimo y sin artificios, pensado para que el comensal se sumerja por completo en la experiencia. La calidez del servicio, la luz tenue y la disposición del espacio crean un entorno donde la conversación fluye y la comida se convierte en el centro de atención.
Reservar una mesa en Inima es mucho más que elegir un restaurante: es aceptar una invitación a sorprenderse, explorar y redescubrir el placer de la gastronomía sin ataduras. Con cada plato, Oxana nos recuerda que la cocina es un acto de amor, de pasión y de entrega absoluta. En Inima, cada bocado es un latido de ese gran corazón que da nombre al restaurante.