Sumar se refunda "a la búlgara": Yolanda Díaz se diluye y el oficialismo se perpetúa
Los oficialistas consiguieron el 93% del apoyo de los votantes en la asamblea del partido, siendo la única candidatura que se presentó para tomar el relevo de Yolanda Díaz... tercera en esa misma lista

Lara Hernández, nueva coordinadora general de Sumar con Carlos Martín
La Asamblea de Sumar celebrada este sábado confirmó lo que ya se esperaba: sin oposición interna ni candidaturas alternativas, la lista oficialista encabezada por Lara Hernández y Carlos Martín arrasó en las elecciones a la coordinación general de la formación con el 93% de los votos. Unas elecciones “a la búlgara” que certifican el dominio absoluto del sector continuista.
La discreta posición de Yolanda Díaz en esa lista oficialista, tercera tras Hernández y Martín, no sorprende a nadie. La hasta ahora líder indiscutible del partido decidió diluirse y ocupar el tercer puesto, un movimiento que muchos interpretan como una estrategia para mantenerse dentro del núcleo dirigente sin acaparar tantos focos mediáticos como en el pasado, dada su cada vez peor imagen pública.

Carlos Martín, el otro coordinador general de Sumar, desde ayer
Los nuevos coordinadores generales han marcado como prioridad la consolidación de Sumar como fuerza política, con la vista puesta en evitar el desmoronamiento que ya sufrieron otras experiencias similares en la izquierda española. Insisten en la necesidad de reforzar la organización territorial y la estructura interna, dos de los puntos más débiles del partido.
Entre sus planes también figura la búsqueda de una identidad política más definida, alejada de la sensación de conglomerado de siglas que ha lastrado la formación desde su nacimiento. Para ello, Hernández y Martín abogan por “ensanchar el espacio progresista” sin perder la colaboración con el PSOE, su socio en el Gobierno.
A pesar de este aparente triunfo sin fisuras, la ausencia de una candidatura alternativa no es necesariamente una señal de fortaleza. El elevado grado de unanimidad, más fruto de la falta de competencia que de un entusiasmo arrollador, deja abierta la incógnita de si Sumar logrará afianzarse en el futuro o si seguirá dependiendo de su frágil coalición de aliados.
Con Díaz en la retaguardia, Hernández y Martín tienen ahora el reto de demostrar que la aplastante victoria interna no es solo un trámite burocrático, sino el inicio de una etapa en la que Sumar logre consolidarse como algo más que un proyecto con fecha de caducidad.