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Una muela y las lesiones dejan a parte de la legión francesa del Real Madrid en la picota

El mal partido de Mbappé y de Camavinga ante el Atlético hace saltar todas las alarmas en el club madridista: el delantero está desaparecido desde su hat-trick ante el City y el medio no da una a derechas

Kylian Mbappe y Eduardo Camavinga, en un entrenamiento recienteOscar J. Barroso

Publicado por
Mariola López

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No todo fueron buenas noticias para el Real Madrid en su victoria (2-1) ante el Atlético en la ida de octavos de final de Champions. Los dos golazos de Rodrygo y de Brahim que le dieron el triunfo a los de Ancelotti, el buen partido de Modric saliendo desde el banquillo y la exhibición de un Fede Valverde que volvía tras lesión como lateral derecho no ocultan el hecho de que hay dos pilares fundamentales del club blanco que se desmoronaron ante los del Cholo.

Kylian Mbappé y Eduardo Camavinga quedaron señalados tras el choque ante los rojiblancos, y no sólo por los ojos del telespectador avezado: ambos no estuvieron en absoluto acertados y varias de sus acciones durante el partido fueron acompañadas de ese runrún que emite el Santiago Bernabéu cuando algo no le gusta y que es más sonoro que una mascletá.

Ambos quedaron retratados por circunstancias diferentes. Mbappé, porque de una estrella se espera que luzca en todo su esplendor en los partidos grandes. El del Atlético lo era, pero el delantero apenas participó en 40 acciones a lo largo del partido, perdiendo siete balones y con solo un remate a puerta. Su indolencia defensiva, además, regresando al paso a su posición defensiva, no gustó nada al respetable. Y es que tras el hat-trick ante el Manchester City, Kylian ha desaparecido.

Algunos achacan su bajón a un problema con una muela, que finalmente le tuvo que ser extraída. Pero en los tres partidos siguientes desde el de los pupilos de Guardiola, Mbappé no es Mbappé. Su error garrafal en la última jugada de ataque del encuentro ante el Atlético, marrando un pase a Vinicius que alguien de su calidad no se puede permitir fallar, podría acabar resultando decisivo en la eliminatoria, porque de haber atinado era el 3-1 para el Madrid, que tendría un viaje mucho más sencillo a un Metropolitano que será un infierno.

Camavinga, apagado

Caso distinto es el de Camavinga. El francés, uno de los favoritos de la afición blanca por su derroche de casta y entrega en cada partido, atraviesa una temporada más que complicada. Asolado por las lesiones desde la pretemporada, no acaba de cogerle el pulso al equipo y, lo que es peor, juega sin ganas: ha pasado de ser un jugador impetuoso que no sabía medirse a otro que para morder tiene que recoger de la mesilla la dentadura postiza.

Ante el Atlético, quedó retratado por su indolencia en el gol (golazo) de Julián Álvarez, aunque no se le puede achacar culpa en el formidable remate de La Araña. Pero sí en cómo le defendió en el inicio de la jugada: demasiado timorato, pecó de blandura. Sus desajustes con el balón en los pies son seña de identidad de su fútbol, pero es que ante el Atlético fue incapaz de enhebrar un par de salidas de balón limpias. Fue una máquina de perder balones y hasta Tchouameni, que tampoco es un dechado de virtudes, estuvo infinitamente más seguro que él.

Ambos, Mbappé y Camavinga, forman parte de la legión francesa en el Real Madrid junto a Ferland Mendy y el propio Tchouameni. Curiosamente, estos dos últimos se desempeñaron mucho mejor ante el Atlético que sus dos compatriotas, pese a ser dos jugadores a los que el aficionado blanco medio les tiene ojeriza. Mbappé y Camavinga tienen que espabilar si no quieren que ese runrún se transforme no solo en el sonido de una mascletá, sino en la tremenda humareda de enfado de una afición que no tiene reparos en mostrar su disconformidad cuando percibe que alguno de sus jugadores no lo está dando todo.

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