EDITORIAL
Pedro Sánchez, el ‘inquiokupa’ de Puigdemont
Ahora el prófugo catalán, el casero, ha comenzado a perder la paciencia con su inquilino que no paga. Y ya no se conforma, o eso dice, con nuevos pagarés, con más promesas

Carles Puigdemont,
El presidente del Gobierno vive de alquiler en La Moncloa. No ganó las elecciones y no pudo quedarse en propiedad su puesto sino que tuvo que alquilárselo a un precio elevado, muy elevado, a sus socios de Gobierno. Cada cual pidió su parte y Carles Puigdemont fue el que más exigió: una ley de amnistía que no era más que un primer pago por la investidura.
Lo que ha ocurrido desde entonces es que Pedro Sánchez ha sido un mal pagador. Ni siquiera aquel primer pago lo ha realizado por completo. La amnistía no ha alcanzado a Carles Puigdemont. Tampoco los sucesivos pagos mensuales han llegado en tiempo y forma, al menos no todos. La cesión integral de las competencias de inmigración a Cataluña o la oficialidad del catalán en la Unión Europea son dos mensualidades que Pedro Sánchez prometió a Carles Puigdemont y que tampoco han llegado.
Ahora Puigdemont, el casero, ha comenzado a perder la paciencia con su inquilino que no paga. Y ya no se conforma, o eso dice, con nuevos pagarés, con más promesas. Quiere cobrar lo que se le debe o ha prometido hacer la vida imposible a su okupa hasta que se marche.
Sánchez se ha convertido en un ‘inquiokupa’, pero como sucede con estos morosos no es fácil desalojarle de La Moncloa. No hay manera de obligarle, él tampoco parece dispuesto a marcharse por su propia voluntad y el juicio popular para el desahucio no está previsto hasta 2027. Entonces todos los españoles decidirán en las urnas si el okupa debe dejar el Gobierno o, por el contrario, puede seguir ahí. Porque aquí Junts no lo desokupa y, por mucho que condicione a Sánchez y le amargue la legislatura, lo cierto es que no puede obligarle a dejar La Moncloa.