GASTO EN DEFENSA
El secretario general de la OTAN mete a Sánchez en un problema y Moncloa sale a apagar el fuego
Mark Rutte afirma que España quiere llegar al 2% del PIB destinado al gasto militar, antes del verano. Desde Presidencia del Gobierno salen rápidamente a matizar esas afirmaciones. Y aseguran fuentes cercanas al jefe del Ejecutivo que "eso no fue así" y que hay "molestia por la ligereza" con la que Rutte habla.

Mark Rutte apunta con el dedo a Pedro Sánchez en uno de sus encuentros.
Si hay algo que a Pedro Sánchez le gusta más que controlar los tiempos, es ser el dueño del relato. De su relato. De ahí que las últimas declaraciones de Mark Rutte no sólo hayan sentado fatal en la Presidencia del Gobierno, si no que han llegado de una manera tan inesperada que ha pillado a Moncloa y a todos sus asesores -que no son pocos, precisamente- con el pie cambiado.
El reciente pronunciamiento del secretario general de la OTAN ha vuelto a situar el gasto en defensa de España en el centro del debate político -por si no lo estuviera ya-, en un momento en el que el propio Pedro Sánchez ha hecho juegos malabares desde la tribuna del Congreso para dejar claro que se tendría que llegar al 2% del PIB destinado a defensa por culpa de Mariano Rajoy y del compromiso que adquirió su antecesor en el cargo. Un gasto militar que llegaría a esas cotas en 2029 y no antes.
Sin embargo, Rutte ha asegurado que “España quiere llegar al 2% del PIB en gasto militar este verano”, una afirmación que desde Moncloa han matizado de inmediato, enfatizando que Pedro Sánchez solo ha expresado su intención de “acercarse todo lo posible” a esa meta, sin confirmarla categóricamente. Continúan los juegos malabares.
Las palabras de Rutte escuecen en Moncloa
Fuentes cercanas al Presidente del Gobierno alegan que "eso no fue así" y que hay "molestia por la ligereza" con la que Rutte habla en esos términos de un asunto que concierne también a otros Estados. Es evidente, que la declaración del dirigente de la OTAN escuecen en el seno del Consejo de Ministros, tanto en el sector PSOE, como en la parte de Sumar.
Este episodio deja en una posición delicada a Pedro Sánchez -otra más- atrapado entre las exigencias de la Alianza Atlántica y las reticencias de sus socios de legislatura. El compromiso con la OTAN de alcanzar el 2% del PIB en gasto militar ha sido un tema espinoso para el Ejecutivo de coalición, que debe equilibrar su compromiso internacional con la presión de las distintas formaciones con las que se estrechan la mano, sobre todo las de ideología de izquierda, tradicionalmente críticas con el aumento del presupuesto militar.
Lo que también parece claro es que las palabras de Rutte no parecen casuales. La OTAN lleva tiempo exigiendo a los Estados miembros un mayor esfuerzo en defensa, especialmente en el actual contexto geopolítico marcado por la guerra en Ucrania y el aumento de tensiones globales. Sin embargo, el Gobierno de Sánchez ha mantenido una estrategia de ambigüedad calculada en este asunto, evitando un pronunciamiento contundente que pueda derivar en un nuevo conflicto dentro de su propia coalición.
Sin posición clara, pero exigiendo "acalaraciones"
Desde Presidencia del Gobierno ya han solicitado “aclaraciones” a la OTAN por el pronunciamiento de su secretario general. Una muestra más del intento de reconducir el relato y evitar que la narrativa sobre el gasto en defensa quede fuera de su control. No obstante, esta situación expone un problema más profundo: la falta de una posición clara y unificada sobre la estrategia de defensa nacional. Mientras el entorno de Sánchez intenta minimizar el impacto de estas declaraciones, la presión internacional no cesa y la discusión sobre el presupuesto militar se convierte en un nuevo foco de tensión interna.
El tiempo apremia, y con la cumbre de la OTAN en el horizonte, el Ejecutivo de Sánchez deberá definir su postura de manera más precisa. ¿Cederá ante la presión de la Alianza Atlántica y asumirá el compromiso del 2%? ¿Mantendrá una estrategia de ambigüedad que le permita sobrevivir a las tensiones internas de su Gobierno? En cualquier caso, la decisión que tome no estará exenta de consecuencias, tanto en el ámbito nacional como internacional. Los socios ya le muestran el reloj a Sánchez: tic tac, tic tac.