Infierno fiscal

La vicepresidenta María Jesús Montero
El gobierno de Pedro Sánchez está en plena búsqueda de dinero para cuadrar el difícil círculo en el que se encuentra, Se ha comprometido con los socios europeos a aumentar el gasto de defensa, a la vez que se ha comprometido con su socia, Yolanda Díaz, a no hacer recortes. Al mismo tiempo, se ha comprometido con Junqueras a darle 17.000 millones de euros y Junts le exige 50.000 millones para que le apoyen los presupuestos, todo ello sumado a la subida del salario mínimo y la revalorización de las pensiones.
Junto a estos compromisos, Pedro Sánchez tiene el difícil lastre que supone el mantenimiento de gasto de la “grasa burocrática”, muy costosa y pesada, que ahoga al gobierno más caro de la historia democrática, así como los cientos de chiringuitos creados para enchufar a los compromisos del partido socialista, que ya son tantos que han tenido que recurrir a empresas públicas para contratar sin trabajar a las “señoritas de compañía” de cargos del partido elegidas por catálogo.
Para afrontar ese gasto elefantiásico Pedro Sánchez tiene a su vicepresidenta primera, María Jesús Montero, que ya demostró su “talento” cuando gestionaba el dinero de los andaluces y sobre todo, el dinero de los ERES de Andalucía, con las consecuencias de todos conocidas. Por cierto, la vicepresidenta ha tenido muy mala “suerte” en su vida política, puesto que ha estado en dos consejos de gobierno gestionando el dinero público, en Andalucía surgieron los ERES y en el gobierno de España se están investigando tramas de estafas relacionadas con la compra de mascarillas y contratos de obras públicas. En el primer caso han condenado a decenas de cargos públicos, y en la actualidad, el todopoderoso exministro Ábalos ya está en el Tribunal Supremo investigado.
La política económica de estos siete años sanchistas ha supuesto que estemos endeudados en 435.000 millones de euros más a pesar que los ciudadanos, sobre todo las clases medias y bajas, hemos sufrido 97 subidas de impuestos, tanto directos como indirectos, provocando que haya 12,7 millones de españoles en riesgo de pobreza o exclusión. Así, con estos números rojos Sánchez tiene que aumentar el gasto en defensa y solo hay dos caminos, o el ahorro en gastos innecesarios que le exigen sus insaciables socios pero que son los que le permiten seguir pagando el alquiler de la Moncloa, o seguir aumentando los impuestos utilizándonos a los exprimidos ciudadanos como un cajero automático para poder seguir subsistiendo.
Sin duda, todos sabemos que a Pedro Sánchez le gusta dormir en la Moncloa, que para eso ya dijo que lo primero que hizo al llegar al palacio fue cambiar el colchón, toda una declaración de intenciones que ponían de manifiesto que su mayor interés era dormir en la sede presidencial todo el tiempo que pudiera. Por eso, su vicepresidenta ya estará buscando la fórmula para seguir metiendo la mano en el bolsillo de los españoles para cumplir con Europa, con Puigdemont, con Junqueras, con Yolanda, con Belarra e incluso buscando más “palacetes” para el PNV. Con Bildu le sale más barato, por el momento, simplemente estos se conforman con que los asesinos etarras sigan saliendo de las cárceles.
Los ciudadanos tenemos que prepararnos para un nuevo infierno fiscal, aún mayor que el que estamos viviendo, porque la palabra ahorro no está en el diccionario del sanchismo. Cada vez que oímos la palabra “solidaridad” en la boca de María Jesús Montero debemos echarnos a temblar porque significa un nuevo impuesto. Sin duda, los mil asesores de la Moncloa ya estarán buscando la palabra que van a utilizar como sustitutivo de “sablazo” cuando tengan que explicar cómo van a cuadrar el círculo de gasto que tiene el Gobierno a corto plazo.
Pero los españoles no queremos ni sablazos, ni recortes, lo que necesitamos es un Gobierno que ahorre, que elimine viajes en Falcon, que no existan contratos públicos pagados con nuestros impuestos de familiares de Pedro Sánchez y “señoritas de compañía” de ministros sin que sepan dónde tienen su puesto de trabajo, pero sí que sepan en qué cuenta le ingresan un dinero a fin de mes. Tampoco queremos que el alquiler mensual del colchón de la Moncloa, que tanta ilusión le hizo cambiar a Sánchez, se pague a los socios independentistas con nuestro dinero En definitiva, queremos una política económica que no sea un infierno fiscal, sino prudente, ahorradora y encaminada a que, por ejemplo, pueda bajarse el IVA de los alimentos para que las familias con riesgo puedan llegar a fin de mes, revertir el incremento de la luz, que el salario mínimo no tribute o que se garantice la revalorización de las pensiones.
Winston Churchill tiene una frase que siempre me ha emocionado: “El ahorro es una cosa muy hermosa, especialmente cuando tus padres lo han hecho por ti”, y empleando un término del Derecho Civil, el Gobierno debe comportarse como un buen padre de familia.