Ministro, odiar no es libertad

Félix Bolaños y Lalachús en las Campanadas de TVE
El pasado 31 de diciembre durante el programa de fin de año emitido por la televisión pública española, pagada con el dinero de todos los ciudadanos, se pudo ver una parodia realizada por una humorista llamada “Lalachus” en la que hizo burla a un símbolo religioso católico.
A estas alturas y transcurridos 4 días, ya han corrido ríos de tinta y se han conocido múltiples opiniones a favor y en contra de esta parodia, pero quiero pararme en la reacción del ministro de Justicia, Félix Bolaños. Me parece muy peligroso, desde un punto de vista democrático, lo manifestado a través de las redes sociales: "En 2025 impulsaremos la reforma del delito de ofensas religiosas para garantizar la libertad de expresión".
Es necesario que, ante este hecho, recordemos -y el ministro Bolaños el primero- que la televisión pública española está financiada con el dinero de los impuestos de todos los españoles, también con el de aquellos que tenemos unos sentimientos religiosos. Ofender a una parte de la población usando una plataforma pública es absolutamente antidemocrático y, solo por eso, los responsables del canal público deberían disculparse y el gobierno exigir neutralidad.
La libertad a expresar y a crear no puede ser sinónimo de libertad a la ofensa. Burlarse de los valores de una parte de la ciudadanía no es libertad de expresión, que en sí misma siempre ha de ser respetuosa, sino un síntoma de odio hacia el que no tiene los mismos principios y valores. Nunca el insulto puede considerarse como libertad y menos de expresión.
La frase de Tennessee Williams: "Creo que el odio es un sentimiento que solo puede existir en ausencia de toda inteligencia", define claramente el modus vivendi de muchas personas actualmente en España. Hay odiadores profesionales, por desconocimiento o ignorancia, por inducción, por educación, o simplemente porque así exteriorizan sus miedos personales más íntimos.
El insulto y el desprecio a los sentimientos de los otros es un claro síntoma de odio, por eso es tan peligroso el discurso de la izquierda española, la cual siempre está tan dispuesta a defender las palabras de odio como método de acoso político contra los que ellos consideran que están al otro lado del “muro”, y siempre se empeñan en calificar como “ultra” la reacción defensiva por parte de aquellos que se sienten ofendidos.
Sin duda, el mensaje de televisión española el 31 de diciembre no era simplemente humor sino un anuncio político, como pudo comprobarse atendiendo a la propia reacción inmediata de Bolaños que adelantó una reforma legal para que no fueran delito los ataques a los sentimientos religiosos, cumpliendo un perfecto plan: acción de “Lalachus”, reacción de Bolaños, y con mas de 5 millones y medio de espectadores de testigos.
El ministro Bolaños es consciente que en toda democracia es al gobierno al que le corresponde combatir el odio y en ningún caso fomentarlo o justificarlo, pero él ha preferido la confrontación y ha levantado la bandera de la amenaza del BOE para garantizar que el odio y el insulto que en este momento le interesa al gobierno pueda realizarse sin sanción alguna. Sobre todo si el mensaje que se lanza por el odiador es el que coincide con el mensaje político gubernamental de “buenos y malos”, de “fachas o progresistas”.
El odiador es responsable del odio, pero tiene mayor responsabilidad el que debe perseguirlo y no evita que se extienda, como es el caso del ministro de Justicia, especialmente si se utilizan plataformas públicas pagadas por todos los ciudadanos, creyentes y no creyentes. Porque la ironía o el humor nunca puede ser de humillación y si es utilizado con esa finalidad deja de ser socialmente admisible para convertirse en simplemente odio.
Pero sin duda esta polémica solo es el aperitivo de la planificación ideada por Moncloa para este año 2025 en el que se va a propiciar todo aquello que divida a los españoles, y desde luego habrán muchos y muchas “Lalachus” que se presten a colaborar para tapar la corrupción y la paralización de un gobierno que es capaz de todo para sobrevivir, da igual que sea el comodín de Franco o una estampa con el Corazón de Jesús.
Bolaños ha dado una nueva interpretación a la frase de Maquiavelo: “el fin justifica los medios”, convirtiéndola en “el fin es utilizar los medios, y si son públicos mejor”.