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El "digo Diego" del Gobierno con los Presupuestos y los planes de Sánchez: ¿votación en vacaciones?

El presidente del Gobierno busca ganar tiempo e improvisa sobre la marcha mientras prepara un plan a meses vista. Mientras tanto, situación de stand-by a la vez que se construye un relato e incluso se abre la posibilidad a celebrar la votación y perderla.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados.EDUARDO PARRA / EUROPA PRESS

Esther Jaén
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En los últimos días, el Gobierno trata de desmentir que haya tirado la toalla con los Presupuestos y que, ni siquiera, tenga intención de cumplir con su obligación constitucional de presentarlos ante la Cámara Baja, así sea para que los rechacen con un sonoro abucheo parte de sus presuntos socios, uniendo fuerzas con PP y Vox. 

Tan claro tenía el equipo de Pedro Sánchez que, un año más, ni están ni se esperan Presupuestos Generales del Estado que incluso la ministra de Educación y Portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, se permitió decir (desde su portavocía en el Ejecutivo) que, al no contar con los apoyos de la mayoría de la Cámara, "sería una pérdida de tiempo" presentar las cuentas públicas.

¡Toma ya! Ese torpe comentario pronunciado por la portavoz del Gobierno no gustó un pelo a Sánchez, que ha puesto en marcha una campaña de desmentidos poco convincente. Pero los números cantan y la aritmética parlamentaria es implacable. Quizás por ello salió 2espontáneamente" a los pasillos del Congreso la secretaria de Estado, autora de la frase, inmolándose y explicando ante decenas de periodistas que la frase era suya y no de Alegría y que la pasó a la ministra, quien la soltó "alegremente", sin plantearse siquiera que podría estar banalizando un mandato constitucional.

Pese a todo, el ministro de Justicia y Presidencia, Félix Bolaños, estudia la fórmula que podría permitirles pasar de largo un año más sin presentar Presupuestos, por si hubiera un nuevo "cambio de opinión" y hubiera que decir que la Constitución, en realidad, sí permite hacerlo…La cuestión es que hoy el Gobierno se esfuerza en hacernos creer que siguen trabajando en los presupuestos. De alguna manera, eso es cierto, pero trabajan sobre los presupuestos que se aprobaron en 2022 y que corresponden al ejercicio de 2023, para reorganizar partidas y justificar ante sus colegas europeos un incremento del gasto en Defensa.

Asegura el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, que Sánchez no tiene un plan. Y no le falta razón: Sánchez nunca tiene un solo plan. Tiene varios, para seguir adelante, al frente de la Moncloa. De momento, Sánchez necesita ganar tiempo. Y en eso está. Ha fijado la fecha del 24- 25 de junio, cuando se celebre la Cumbre de la OTAN, para ofrecer información precisa de sus planes, de los gastos de Defensa que le corresponderían a España, de acuerdo con los criterios de la UE y las necesidades de la Alianza Atlántica. Hasta entonces, no hay concreciones. Y su comparecencia en el Congreso esta semana lo dejó claro.

Con ese argumento, Sánchez gana tres meses en los que puede, por ejemplo, situar a la opinión pública a su favor, tratar de torcer la muñeca al PP (partidario del rearme europeo) pero no de dar un balón de oxígeno al presidente español, esperar a que se firmen nuevos acuerdos presupuestarios en las Comunidades gobernadas por el PP, con el voto y las exigencias de Vox, etc. y, por otra parte, hilvanar un nuevo argumento para justificar que los nuevos presupuestos tienen que contener las nuevas circunstancias y necesidades en materia de Defensa y, por eso, se han retrasado más de la cuenta. Vamos, como si la actitud de sus socios de investidura no fuese el principal escollo con el que se ha topado desde el principio…

Desde el entorno de Sánchez, aquellos que ayer aseguraban que no habría presupuestos para 2025, hoy lo niegan. Y negarán haberlo dicho por la cuenta que les trae. Pero ninguno de los consultados se atreve a descartar rotundamente que, si Sánchez se sintiese "obligado" a presentar las cuentas públicas aunque fuese para perderlas, podría hacerlo en plenas vacaciones de verano, en una sesión extraordinaria del Congreso de los Diputados.

No lo descartan porque, primero: consideran muy capaz de hacerlo a su jefe de filas; y segundo: no saben cuál es el plan, pero sí que Sánchez trama algún golpe de efecto. No sería la primera vez que la aprobación presupuestaria fuerza la convocatoria de un Pleno extraordinario, en periodo vacacional, argumentan algunos de los suyos. 

Pero lo normal es que, en esos casos, las vacaciones interrumpidas fuesen las de Navidad, con el fin de que los Presupuestos se aprobasen antes del 1 de enero del año en ejercicio. Claro que, en esta legislatura, ya casi nada se ajusta a la normalidad, ni siquiera a la lógica política.

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