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Pedro Sánchez durante una Sesión de Control al Gobierno.Europa Press

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Esta semana hemos podido comprobar como el Gobierno de Sánchez ha traspasado todas las líneas rojas democráticas. En el Congreso de los Diputados ha realizado una maniobra autoritaria utilizando a su brazo armado de la mesa de la cámara. Esta maniobra, inédita en etapa democrática, ha supuesto privar a los diputados la posibilidad de votar unas enmiendas aprobadas en el Senado y que suponían la rebaja del IVA en los productos básicos de la cesta de la compra.

Independientemente del bochorno que supone que el autollamado “gobierno más progresista de la historia” se niegue a bajar los impuestos al pan, leche, huevos y demás productos básicos para muchas familias en situación de vulnerabilidad social, el hecho de hurtar el debate, por el miedo a perder la votación, es todo un acto autoritario que los ciudadanos no debemos tolerar. La presidenta Armengol y el vicepresidente Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, ambos devotos sanchistas, prefirieron “caciquear” cortando las protestas tanto del PP, como de Junts y de ERC, que pidieron en la Cámara que se aplazara la votación hasta que el secretario general se pronunciara por escrito sobre la legalidad de esta maniobra, puesto que previamente había adelantado de forma verbal su ilegalidad.

Sánchez ha puesto de manifiesto lo que el presidente de Prisa ya puso negro sobre blanco en el diario El País, que este gobierno era “franquista” en las formas, y tras la maniobra “prevaricadora” del pasado jueves también podemos comprobar que es un Gobierno autoritario en cuanto el fondo, porque utiliza todos los mecanismos para destrozar la independencia del Poder Legislativo y del Poder Judicial.

Sánchez elude el control legislativo porque no controla a sus socios ni a los fijos ni a los discontinuos, los cuales cada día que pasa ponen de manifiesto que estamos ante una legislatura fallida que nunca debió de comenzar, en la que no se presentan los Presupuestos, ley esencial en una democracia y exigido en el artículo 134 de la Constitución, no se aprueban leyes salvo las que tienen como objetivo desconectar Cataluña y el País Vasco del resto de España o las que les interesan a los independentistas para obtener beneficios particulares rompiendo los principios de igualdad y solidaridad entre los españoles.

Cada pleno del Congreso se convierte en un desprecio a los diputados, ya que el Gobierno se niega a responder a las preguntas formuladas en la Sesión de Control de los miércoles, y vemos a Sánchez y sus ministros insultando de forma infantil a la oposición, da igual la pregunta que se les formule. Hasta podemos ver, como ocurrió el jueves pasado, que la Ministra de Sanidad presente un propuesta consensuada con la mayoría de la Cámara y la dinamite al subir al estrado y dedicarse a insultar a los mismos a los que les está pidiendo el voto, poniendo de manifiesto que el odio es más fuerte que el espíritu de consenso.

Desde que Sánchez gobierna hemos retrocedido en calidad democrática según distintas entidades internacionales. Así, el Banco Mundial ha afirmado que España es el país donde más retrocede la democracia por el deterioro del Estado de Derecho. Esta rebaja de nuestra calidad democrática también ha sido constatada por The Economist, V-Dem Freedom House, The Rule of Law Index e IDEA, lo cual debería preocuparnos a todos los ciudadanos que no podemos ser pasivos ante este retroceso democrático causado por Pedro Sánchez y su gobierno “muy progresista”, ya que aceptar los ataques del sanchismo a los valores democráticos como algo natural, es cometer el mismo error que cometieron los argentinos con el Kirtcherismo o los ciudadanos de otros países con los movimientos populistas que vulneraron sus derechos constitucionales.

La cacicada ocurrida el jueves en el Congreso de eliminar de forma autoritaria diversos propuestas aprobadas en una ley e impedir que se votara la rebaja del IVA de los alimentos esenciales, la negativa de Armengol de tramitar 17 leyes aprobadas por el Senado, no debatir el aumento de los gastos de defensa exigidos por Europa, o la renuncia de Sánchez de presentar la ley de presupuestos, desdiciéndose a sí mismo una vez más, todo por miedo a perder una votación, es un desprecio a los valores democráticos y ponen de manifiesto el talante cada vez más autoritario de Pedro Sánchez.

Si Sánchez no puede gobernar y prefiere prescindir del control, la alternativa no es rebajar la calidad democrática sino convocar elecciones generales para que los ciudadanos nos pronunciemos , porque como dijo el escritor norteamericano Charles Bukowsky: la diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de simplemente obedecer”.