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Los muertos a mano de menores no gozan de mejor salud

Manifestación por la Educadora social asesinada en BadajozEuropa Press

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El asesinato de una trabajadora social cometido, presuntamente, por dos menores de 14 y 15 años con numerosos antecedentes por robos, agresiones y fugas ha vuelto a poner sobre la mesa no solo el problema de las malas condiciones en las que tienen que desenvolverse estos profesionales; también el de lo barato que suelen salirles este tipo de delitos a quienes no han alcanzado la mayoría de edad penal.

Y aquí quizá el problema resida en la generalización de las leyes que establecen grados de responsabilidad penal ateniéndose a los tramos de edad en vez de establecer como principal factor el grado de madurez de cada uno de ellos.

Todos conocemos a menores de 16 años que siguen siendo unos críos en toda regla y a preadolescentes que se las saben todas y que son más listos y/o inteligentes que muchos adultos. El castigo no debería ser igual para todos ni debería minimizarse en ninguno de los casos.

Belén, que así se llamaba la trabajadora social, no está menos muerta porque sus (supuestos) verdugos no tengan edad de conducir una motocicleta. No se trata de un golpe fortuito ni de un navajazo mal asestado en del calor de una discusión. Estas dos bestias pardas la asfixiaron, hipotéticamente, con un cinturón, que es algo que requiere una fuerza notable y para lo que hay que tomarse un tiempo. Pensar que en 2025 a esa edad y con esos antecedentes, alguien con 15 años no sabe lo que hace, es absurdo, diga lo que diga su DNI, las leyes, los legisladores y el sursum corda.

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