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LA MIRILLA

Jésica y Ábalos ponen cara de cómplice a Sánchez

José Luis Ábalos y Pedro Sánchez, en 2019, en un viaje en AVE a Granada.ALEX CAMARA

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Si algo tiene Jésica Rodríguez es que no es una mujer que pase desapercibida. Por eso tanto llama la atención que haya podido ser contratada por dos empresas públicas, Ineco y Tragsatec, sin que debiese acudir a trabajar durante dos años, como ella misma ha explicado ante el Tribunal Supremo. ¿Alguien quiere hacernos creer que algo así era desconocido entre los mandatarios socialistas? ¿Es creíble pensar que hubiese realizado entre 16 y 20 viajes oficiales junto al ministro y número dos del PSOE, José Luis Ábalos, sin levantar la liebre y que los mandamases del partido y del Gobierno hubieran alertado de un comportamiento tan improcedente? 

De verdad, ¿debemos creer que Pedro Sánchez no tenía ni idea de todo esto tan irregular al rededor de Jésica y su mano derecha? ¿Tal omertá concito Ábalos de sus correrías, desde todo punto ilegales y corruptas, para que nunca llegasen a conocerse por el líder máximo? No es creíble. 

Lo lógico es pensar que Sánchez lo supo todo, llamó a La Moncloa a su “amigo” y lo cesó como ministro de Transportes y secretario de Organización del partido. Ahora, bien, si el presidente del Gobierno era conocedor de malos usos del dinero de todos los españoles, la pregunta inmediata es: ¿Por qué no lo denunció y tapándolo se convirtió en cómplice? 

Porque el cese de Ábalos aquel 12 de julio de 2021 fue cualquier cosa menos normal. Recordemos. Esa crisis de Gobierno se resolvió, además de apartando al ministro de Transportes y hombre político de total confianza del presidente, con la caída de Carmen Calvo, vicepresidenta primera, la salida del jefe de Gabinete, Iván Redondo, además de otros cinco ministros más. No hubo explicaciones ante una revolución tan enorme, si bien revolotearon miles de teorías. Ahora, visto todo lo que va saliendo al rededor de Ábalos, a Pedro Sánchez cada vez se le pone más cara del que lo supo todo, cortó las ramas quemadas, pero cayó los delitos que detrás existían. 

A. M. BEAUMONT

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