EnfoquES del Director
Sánchez derrotado en el Congreso: la legislatura tiene dos salidas y solo una es buena para España
Pedro Sánchez, el Gobierno o el PSOE, como prefieran verlo, ha sufrido un serio revolcón en el Congreso. Una dura derrota no prevista, propiciada por los votos en contra del PP y sobre todo de Junts, que sigue apretando las tuercas al inquilino de La Moncloa. Una derrota que ha dado al traste con un Real Decreto tramposo de esos a los que nos tiene acostumbrados el Gobierno.
Tramposo porque no es urgente, que es lo que justifica un Real Decreto, y porque mezcla en una coctelera medidas de todo tipo sin relación entre sí, que obligan a votar a los grupos un sí o un no rotundo a asuntos con los que pueden estar de acuerdo y a asuntos que rechazan de plano. Normalmente pone como gancho medidas sociales, esta vez la subida de las pensiones para 2025 y ayudas para los afectados por la Dana, con asuntos infumables como el regalo de un palacete al PNV en París u otros de menos calado como subvenciones al transporte público.
Esta vez le ha salido mal a Pedro Sánchez porque el PP no ha cedido a ese chantaje que supone oponerse a unas medidas sociales aún a costa de quedar mal ante la opinión pública y, sobre todo, porque Junts, Puigdemont, sigue empeñado en amargarle la vida al Gobierno, demostrándole que ya no hay más oxígeno hasta que no cumpla las promesas que se le han hecho.
La nueva derrota parlamentaria de Sánchez demuestra que no tiene mayoría en el Congreso y, en consecuencia, que el Gobierno está impotente y paralizado. Mantiene el poder, pero no gobierna. Y la situación solo tiene dos salidas: convocar elecciones o arreglar las relaciones con Puigdemont. La primera sería la deseable para el interés general de España, pero es la que intenta evitar Sánchez porque perdería el poder y desea mantenerlo a toda costa, no solo por ambición sino porque desde el poder se defiende mejor de sus casos de corrupción. No hay más que ver todas las maniobras en el caso del fiscal general para darse cuenta de que eso es así.
La segunda solución, la de arreglar las cosas con Puigdemont, parece la más sencilla para Sánchez, pero evidentemente es la peor para España por la sencilla razón de que ceder a las pretensiones de alguien que quiere destruir nuestra Constitución es malo por naturaleza para España. Así que si Sánchez recupera la sintonía con Puigdemont y logra recomponer la mayoría parlamentaria de la investidura será una muy mala noticia para todos porque todos pagaremos el precio de ese acuerdo con nuestro propio bienestar