DERECHO A LA PROTESTA
Un canto a la esperanza en el Día de Reyes
Tenemos muchos defectos los españoles, pero es de justicia reconocer que las virtudes son muy superiores, y que la de la solidaridad es una de ellas

Militares participaron en la cabalgata de Torrent
Día de Reyes y seguimos con las emociones a flor de piel de las fiestas, aunque ya más recuperados que en días anteriores. Esta celebración resulta encantadora cuando hay niños alrededor, pues su alegría y su inocencia nos contagian y por un momento creemos que podríamos recuperar el tiempo perdido, esa niñez que se nos escapó entre los dedos, mientras escuchábamos desde la cama cómo entraban los camellos de los Reyes en el salón de nuestra casa a dejarnos los regalos, y al día siguiente nos extasiábamos con las sorpresas recibidas. Y acto seguido corríamos a casa de los abuelos, a ver si nos habían dejado algo más allí, y nos comíamos un roscón maravilloso con chocolate.
Estuve anteayer en el Alcoy en el desfile de la Burreta, y me quedé fascinada al ver que toda la ciudad se había echado a la calle para participar de la celebración. Me gustó especialmente la autenticidad de la tradición, los villancicos ancestrales cantados por cientos de personas a la vez, los bailes y los niños con las cartas en la mano, esperando a los borriquitos para depositarlas en sus alforjas, con las caras encendidas. Fue verdaderamente mágico.
Tuve el gran honor de intervenir como Baltasar en la cabalgata del barrio de La Florida de Alicante hace cinco años, con mi hijo Javier como paje, cuando no sabíamos que en poco más de dos meses llegaría el confinamiento de la pandemia por coronavirus Mientras les escribo están celebrándose las cabalgatas por todo el país, entiendan que no podía omitir este recuerdo tan querido.. ¡Cuántas cosas vividas y las que nos quedarán por ver! Fue un privilegio para mí esta experiencia, créanme si les digo que fue de las que recuerdo con más cariño de mi existencia. El ver los rostros de ilusión, no solo en los niños, sino también de los mayores, fue algo inenarrable. Y ahí es donde quiero incidir, en la necesidad de mantener la ilusión de las Navidades durante todo el año. No nos queramos tanto en fiestas y nos ignoremos el resto del año.
Un poco de magia no viene mal en algunos momentos, y es especialmente necesaria ahora en nuestra querida Comunidad Valenciana, que fue sacudida sin piedad el 29 de octubre por la dana, esa furia que lo arrasó todo en numerosas poblaciones de la provincia de Valencia. Me ha resultado especialmente emotivo que en algunos de los pueblos afectados por la dana hayan decidido celebrar la tradicional cabalgata de Reyes Magos, e incluso otros actos festivos navideños, a pesar de todo lo que les ha sucedido. En el caso de Torrent se ha materializado en un homenaje a la policía municipal y local, al haber elegido a los máximos representantes de ambas instituciones en esta población como Reyes Melchor y Gaspar. Sin duda se lo merecen y me consta que lo habrán disfrutado muchísimo, puesto que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado han participado de una manera heroica en las labores de rescate y en la ayuda más directa a los ciudadanos afectados por la riada. Junto a ellos, hay que destacar el trabajo de tantos miles de personas anónimas, que han colaborado de mil maneras para poder abastecer de lo más imprescindible a las personas que lo habían perdido todo, y que se han puesto codo con codo con ellas a limpiar las calles y las han consolado. Esto también es mágico y es España, lo digo por los que se empeñan en hablar mal de nuestro país. Tenemos muchos defectos los españoles, bien los conozco y se los puedo enumerar de carrerilla, pero es de justicia reconocer que las virtudes son muy superiores, y que la de la solidaridad es una de ellas, sin duda.
Somos el país con más trasplantes del mundo -llevamos 32 años a la cabeza en este ámbito-, el país en el que no hay más gente protestando en la calle por la falta de trabajo porque el apoyo familiar funciona como un reloj, y también el más solidario a todos los niveles. A la vista está con el ejemplo que ha dado la gente corriente, especialmente los jóvenes, con los miles de voluntarios que lo han dejado todo para acudir a ayudar a la zona afectada.
Y todo esto supone un verdadero canto a la esperanza, a esa esperanza que hemos de conseguir que se mantenga lo más viva posible. Con el apoyo de todos unidos, de la sociedad civil, podemos conseguir que estos pueblos se recuperen y vuelvan a la normalidad en un tiempo récord. La ansiada normalidad. ¿Quién dijo que era aburrida? ¡Viva la normalidad!