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Asombro naif o puro cinismo

En la taberna -y la tabarna- en la que se ha instalado socialmente la izquierda, el lacerante hallazgo dialéctico de “pacto del Ventorro” no deja de ser una ocurrencia más del aparato de apostolado monclovita que retrata la miseria moral -la cobardía- de su política real

El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, en Les Corts.Corts Valencianes

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He leído las reacciones publicadas en prensa -salvajes como habitualmente en las redes sociales- acerca del acuerdo del presidente de la Generalitat Carlos Mazón con Vox para la inminente aprobación de los presupuestos del Govern, los presupuestos para la recuperación de la DANA. Se discutirán en breve en les Corts sin que ello pueda significar “pérdida de tiempo” alguna de los parlamentarios, ni mucho menos para la ciudadanía. Por el contrario -al igual que los presupuestos del Gobierno de España- encarnan la base fundamental en la que soportar la acción política de manera segura y eficiente. Como a menudo se repite, se trata de la ley principal a debatir y aprobar en su caso cada curso legislativo. La prórroga de los anteriores es como los exámenes de repesca de los estudiantes más perezosos. Y en nuestro caso particular, con las necesidades económicas y financieras que se deduzcan del riguroso y discreto trabajo que seguro que está llevando a cabo el vicepresidente Gan Pampols, absolutamente necesarios.

Así que, parafraseando a Alaska y Dinarama, “a quién le importa”, o mejor a quién le extraña que Génova haya escenificado de inmediato y sin ambages el apoyo al Molt Honorable por su gestión. Pese al ingenuo -o no tan ingenuo- escándalo provocado de inmediato en sectores del centro derecha y los medios de comunicación afines (el respetado Ignacio Camacho se apresuró para mi sorpresa a calificarlo de error garrafal en ABC), tengo para mí que el resultado es acorde con los intereses mayoritarios del electorado proclive a los populares, mientras abunda en la oportunidad de rescatar activos del caladero de votantes de Vox, en lo que Feijóo con mayor o menor fortuna anda lógicamente empeñado.

No parece fruto de la casualidad que el discurso de los presidentes autonómicos populares de Aragón y Murcia, curse en paralelo al diseñado y concluido con éxito por Mazón.

Es sabido cómo se reparten los papeles en la política de comunicación de los partidos. Y aunque resulte lugar común cierta torpeza de los populares en esta materia y su incapacidad para emular o competir con la permanentemente engrasada maquinaria de agitprop de la izquierda, el respaldo -incluso algo sobreactuado- de Elías Bendodo del otro día en Alicante, deja pocas dudas acerca de que Génova no va a abandonar a Mazón a su (mala) suerte.

Resulta naif asombrarse de que el PP -es cierto que no acostumbra a hacerlo en exceso- defienda y proteja a los suyos en cuanto la oposición local y el gobierno de la Nación lanzan el inicio de una nueva leyenda negra. Desde el modelo histórico con origen en Fray Bartolomé de las Casas, les viene funcionando con éxito y regocijo de los enemigos de España (incluidos los nacionales, curiosamente llamados nacionalistas; separatistas los llamaban mis abuelos de Bilbao).

Y no es en Valencia precisamente donde ese apoyo tan lógico como estratégico vaya a extrañar al electorado popular todavía dolido con el inexcusable trato impelido por su propio partido a Rita Barberá. Incluso con la calculada y delicada distancia que a día de hoy se mantiene con el expresidente Francisco Camps, tras su indiscutida inocencia judicial. Que el PP proteja a Mazón es lógico y razonable. Es lo que toca y cabe celebrarlo.

El estudiado cinismo de la izquierda para llevar el asunto a los memes, twits y pancartas va de soi. La RAE establece hasta trece acepciones para el término “acuerdo”. Convenio, reflexión, madurez, entendimiento, lucidez, incluso armonía son conceptos que ayudan a entenderlas. Con el de “pacto” nuestra Academia resulta más lacónica: “Concierto o tratado entre dos o más partes que se comprometen a cumplir lo estipulado”. Fruto de acuerdo, convenio o pacto, la previsible aprobación de los presupuestos de la CV es una magnífica noticia para todos (menos para los que no sea así, claro está).

En la taberna -y la tabarna- en la que se ha instalado socialmente la izquierda, el lacerante hallazgo dialéctico de “pacto del Ventorro” con el que pretenden desestabilizar la seguramente costosa negociación (todas siempre lo son por elementales que parezcan) entre el PP y Vox, no deja de ser una ocurrencia más del aparato de apostolado monclovita que retrata la miseria moral -la cobardía- de su política real.

A los hechos, una vez más, nos remitiremos. Y la mayoría celebraremos con toda probabilidad el concierto y el sentido común que necesitamos de nuestros dirigentes. Todos a una, por la recuperación mejorada del bienestar y la concordia social tras la tragedia.

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