* El autor forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
Muchas veces hablamos del daño que se le puede hacer a la naturaleza cuándo eliminamos a una especie, pero hay otro daño que también puede ser muy grande que es cuando introducimos a una especie nueva.
Las tortuguitas de Florida las compran muchas familias porque son muy chiquitinas, son una monada. Crecen, crecen y pueden llegar a medir hasta 30 centímetros de caparazón.
En el jardín de plantas de París, hay una cosa que me parece muy bien: tienen tortuguitas grandes, de tamaño intermedio y chiquitinas, y unos carteles explicativos, para avisar que, si se adquiere unas tortuguitas chiquitinas, pues que puede convertirse en un tamaño más grande.
Claro está, la gente las adquiere desde chiquitinas sin percatarse que pueden convertirse en tamaño más grande, y ¡qué sucede! que las liberan en lagunas, acequias y ríos. De ahí viene esa plaga invasora que devora larvas, devora anfibios y a especies autóctonas de las charcas. ¡Jamás se debe soltar especies de este tipo!
Estas especies invasoras están desplazando a los galápagos autóctonos: galápago europeo (Emys orbicularis), nombre científico que etimológicamente procede del griego, emys y dos que significa “tortuga”. El nombre específico orbicularis, e significa “orbicular, en redondo; el galápago leproso (Mauremys leprosa), que se denomina así (Mauremys leprosa) debido a las algas que coloniza su caparazón, deteriorándolo.
Las tortugas de Florida, cuyo nombre científico antes era (Pseudemys scripta elegans), significaba tortuga elegante. Quien tenía una tortuga de Florida, tenía una tortuga elegante, también llamada “de orejas rojas” debido a las manchitas de color rojo que presenta en ambos lados de la cara. Lógicamente no tienen orejas. Ahora su nombre científico es (Thachemys scripta elegans).
También es llamada “de orejas rojas” debido a las manchitas de color rojo que presenta en ambos lados de la cara
Las tortugas de Florida son animales semiacuáticos procedentes de los Estados Unidos y de México. Cuando llegan al estado adulto, suelen hacerse algo agresivas.
Queda muy bonito adquirir una tortuguita de Florida en un recipiente con la palmerita, pero esta especie crece y puede llegar a medir hasta 30 centímetros de caparazón, que es un tamaño considerable. Esta tortuguita de la familia Emydidae habita en zonas en donde haya alguna fuente de agua tranquila y templada con abundante vegetación, como estanques, manglares, lagos, pantanos, riachuelos, arroyos o ríos con corrientes lentas.
Les gusta bastante las mariscadas. Son semiacuáticas y de vez en cuando tienen que salir del agua y posarse sobre alguna piedra para recibir baño de sol. Son especies de temperatura ectotérmica o poiquilotérmica, es decir, necesita de una fuente externa de calor para poder sobrevivir.
Las hembras suelen ser un poco más grandes que los machos. Asimismo, los machos tienen las uñas más largas para poder aferrarse a la hembra para la reproducción. Son bastante longevas, por lo tanto, a modo de reflexión final de este reportaje en Las Fotos de los Lectores de La Vanguardia, tendremos que pensar si debemos dejarlas como herencia.

Caparazón de la tortuga de Florida.
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